Al compás de un tango te pido: Vení, sentate, escuchame bien y prestale mucha atención… que andan diciendo por ahí cosas del Omega 3 que no son ciertas y claro, eso confunde y nos hace comprar de más o de mal al divino botón. Lo primero, recurramos a fuentes confiables y serán confiables porque se trata de expertos de verdad. De esos que estudiaron y no dejan de investigar. Y que ostentan seriedad. Científicos que se les dice. Te lo detallo.
Los Institutos Nacionales de Salud (NIH por sus siglas en inglés, es decir, National Institute of Health) pertenecen al Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos y constituyen la agencia de investigación más importante a nivel mundial. Realizan descubrimientos vitales para nuestra salud. Bien, pues ellos son la fuente confiable. Con su ayuda aclaramos conceptos.
“Los tres ácidos grasos omega-3 principales son el ácido alfa-linolénico (ALA), el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA)… El ALA es un ácido graso esencial, es decir, que el organismo no lo produce; por lo tanto, hay que obtenerlo a partir de los alimentos y de las bebidas que consume. El organismo puede convertir algo del ALA en EPA y luego en DHA, pero solamente en cantidades muy pequeñas. Por lo tanto, la única manera práctica de aumentar las concentraciones de estos ácidos grasos omega-3 en el organismo es a partir de los EPA y DHA de los alimentos (y de los suplementos dietéticos, si los toma).” [1]
Parece un trabalenguas o nombres dignos de un crucigrama de alto vuelo cerebral, ¿verdad? Por favor, vamos a darle con calma una segunda vuelta al párrafo y verás que todo se aclara. Basta con quedarte con las siglas.
“Los ácidos grasos omega-3 son componentes importantes de las membranas que rodean cada célula del organismo. Las concentraciones de DHA son especialmente altas en la retina (ojo), el cerebro y los espermatozoides. Los omega-3 también aportan calorías para dar al organismo energía y tienen muchas funciones en el corazón, los vasos sanguíneos, los pulmones, el sistema inmunitario y el sistema endocrino…” [2]
De la importancia de los ácidos grasos no hay dudas ni contradicciones. Pero cuando llega el momento de saber qué cantidad diaria necesita nuestro cuerpo para estar tranquilito, entonces vas encontrando por ahí afirmaciones de dudosa idoneidad: “se recomienda una ingesta diaria de entre 250 y 2.000 mg.” ¡Con ese margen de ingesta difícil es que no acierten! Porque los científicos van desmenuzando las cosas poco a poco, como debe ser y todavía no han conseguido definir las dosis recomendables de omega-3, excepto las del ALA (ácido alfa-linolénico). En este caso por ejemplo, en un hombre adulto es de 1,6 g y en mujeres adultas de 1,1 g. Es decir, la cantidad recomendada dependerá de la edad y sexo.
Por otra parte, en los escaparates ha creado tendencia ¡el lino! “… las semillas de lino son uno de los alimentos con mayor cantidad de omega 3 que existe…” ¡Superando al salmón! (animalito marino que se ha ganado todo mi respeto y admiración por dos grandes razones: su color que combina maravillosamente bien con el gris y su valor para ir contracorriente cuando debería ir en la misma dirección que la mayoría, se supone). Pues no, miren las semillas son geniales, es cierto… Se pueden sembrar, cosechar, ingerir en el desayuno, con ensaladas, en el pan o incluso te sirven como ingrediente de decoración en alguna manualidad casera. ¿Has visto una semillita de lino? Bueno, empecemos a sumar y a multiplicar para saber las toneladas que nos harían falta hasta alcanzar la dosis necesaria de EPA y DHA. Ni es la reina ni es milagrosa. De lo que se trata es de equilibrio nutricional, de comida pensada o de comer pensando. Así que céntrate en EPA y DHA que ALA no te va a faltar. ¡Y se acabó la milonga!
[1] [2] https://ods.od.nih.gov/pdf/factsheets/Omega3-DatosEnEspanol.pdf